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Espionaje e inteligencia...

Existen varias razones por las que el término inteligencia —en tanto organización del estado— se ha visto rodeado de una imagen negativa. Sin embargo, en realidad no es tan complejo. Realizar labores de inteligencia se refiere fundamentalmente a la recopilación y el análisis de información útil para tomar cualquier tipo de decisión. México, como todas las democracias, necesita de los aparatos de inteligencia. Pero ¿cuál es la función de éstos y por qué son necesarios? Se puede decir que todos los ciudadanos realizan de manera constante labores de inteligencia, ya que el individuo promedio siempre se enfrenta a disyuntivas pero, para escoger entre ellas, analiza lo que cada una le ofrece para obtener los mayores beneficios.
En el caso de los estados, a causa de su naturaleza y del desenvolvimiento en esferas de poder más complicadas, “la inteligencia se refiere a la información importante para la formulación e instrumentación gubernamental que permita mejorar los intereses de seguridad nacional y enfrentar las amenazas a aquellos intereses provenientes de los adversarios potenciales”1.
A la luz de este concepto se entiende la necesidad de tener aparatos de inteligencia nacionales, pues cualquier estado requiere de información para cumplir con su función principal: proteger a la sociedad. Es importante añadir a la definición citada, el hecho de que la inteligencia también proporciona datos para enfrentar amenazas en los ámbitos de la seguridad pública y la seguridad nacional, pero a pesar de ello son términos distintos. Además, las reglas del juego varían de acuerdo con el terreno donde se trata de resolver la amenaza.
Entre las actividades de las que el estado requiere información está en primer lugar la prevención. La seguridad de toda persona depende en gran medida de su capacidad para prever situaciones de peligro o crisis, pues si conoce a lo que se puede enfrentar, es muy posible que logre resolver con éxito el problema o por lo menos pueda minimizar los daños. Lo mismo sucede con un estado. Debe ser capaz de responder efectivamente ante circunstancias no planeadas, para lo que necesita un estudio previo que le permita justificar el destino de ciertos recursos a un fondo especial para prevención o que lo autorice a realizar acciones que en situaciones normales no llevaría a cabo.
En segundo lugar, la inteligencia es necesaria para adquirir un método preventivo: la capacidad de planeación. Con el fin de mantener a un país en orden, con solidez económica y un estándar de vida aceptable, resulta útil evaluar el posible desarrollo de todos sus componentes. De esta forma es posible realizar una proyección en el tiempo que permita al gobierno identificar tendencias positivas y negativas para planear acciones a corto y mediano plazo.
En tercer lugar, la recopilación y el análisis de la información son necesarias tanto para decidir la postura hacia el exterior o hacia un determinado conflicto, como para negociar con distintos actores de la política internacional. Históricamente se observa que la postura de un país y su opinión frente a cualquier suceso en la comunidad internacional puede merecer la admiración y el apoyo de otros estados, llevarlo a participar en una guerra o ser aislado de las demás naciones, como es el caso de Cuba. De este modo, cada país debe analizar cuidadosamente las opciones que se le presentan y las reacciones de los estados afines, con la finalidad de decidir lo más conveniente. Lo mismo sucede al momento de negociar, conocer la postura del contrario y las formas en que puede hacerlo, decidir o ceder para su beneficio. (Texto del Libro: Seguridad Nacional Hoy: Reto de las Democracias por Ana Maria Salazar publicado por Punto de Lectura 2008)

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