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Politica de Avestruz II. Columna

Seguridad, el reto sigue
La historia nos enseña que la política de avestruz —esconder la cabeza en la arena— nunca funciona. Hace más de 2500 años Sun Tzu dijo en su tratado de estrategia militar “El Arte de la Guerra”: Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.

Recordarán que en este espacio cuestioné lo política propuesta por el gobernador de Zacatecas, Miguel Alonso Reyes, quien firmó con medios de comunicación estatales una iniciativa para “hablar bien de Zacatecas” y reducir la información negativa que se publica en los diarios locales. Esta política es especialmente ofensiva cuando uno observa lo que está sucediendo con El Siglo de Torreón.

En los últimos tres días se han registrado ataques a ese diario. El primero fue el lunes, cuando hombres armados dispararon contra policías que vigilaban las instalaciones. El martes el blanco fueron los agentes que se encontraban en la puerta principal del diario. Finalmente, este miércoles sicarios volvieron a atacar el periódico, dejando heridos a un policía y a un transeúnte.

La seguridad en México se ha deteriorado desde hace muchos años, se trata de un proceso complejo de desgaste institucional con fuertes implicaciones sociales que lentamente ha acumulado complicaciones, por eso la situación actual no es ni accidental ni espontánea.

Este problema se agrava porque en México existe un número muy reducido de expertos en seguridad y se carece de experiencia previa en el tema cuando se trata de compaginar políticas públicas de desarrollo social y de seguridad, para generar un enfoque común de recuperación de la tranquilidad en ciudades y regiones con un alto nivel de inseguridad. Se requiere mayor compromiso ante los retos en seguridad, como la coordinación interinstitucional entre los distintos niveles de gobierno y la participación ciudadana necesaria para hacer frente a la inseguridad.

La violencia en los últimos años se ha caracterizado por una mayor crudeza, nuevas estrategias, agresiones a la población civil, alto grado de desafío a las instituciones y a la sociedad, un sofisticado nivel de organización delictiva y por una alta virulencia.

En cuanto a las causas que originaron la violencia en México, se pueden señalar varias, ya que el fenómeno es multifactorial. Entre las principales están altos niveles de impunidad, desigualdad social, escasas posibilidades de desarrollo personal y el desempleo o subempleo.

Existen también causas de índole social, como una deficiente planeación urbana, insuficiencia de escuelas, falta de espacios apropiados para la práctica de deportes, hospitales insuficientes, falta de valores humanos, una disgregación de las familias y la violencia intrafamiliar.

En el ámbito de la administración pública, pese al gran esfuerzo de la presente administración federal, las causas de la violencia aún se ubican en los persistentes niveles de corrupción e incompetencia en la mayoría de los cuerpos policiacos y en los organismos de administración de justicia, así como en la asignación insuficiente o mal dirigida de los recursos públicos destinados a la procuración de justicia y seguridad pública. También se debe a la falta de un marco normativo que provoca procesos penales largos y tortuosos, así como a un sistema de administración de justicia incapaz de enfrentar los retos que presenta la inseguridad.

En materia cultural, varios factores afectan a la seguridad. Entre ellos un bajo nivel educativo, impunidad que se considera normal, promoción de la violencia a través de los medios y de los juegos que comúnmente practican los menores de edad y la apología y glorificación de personajes ligados al narcotráfico.

Ante estos impactos surge la pregunta de si se está atacando a las causas del problema o sólo a los efectos. Si no se va a la raíz se seguirá padeciendo el problema en vez de solucionarlo, no obstante la cantidad de recursos que destinemos para su combate.

Pero el primer paso para resolver cualquier problema en una democracia es que los ciudadanos tengan información suficiente para entender la realidad en que viven y qué papel deben jugar las autoridades responsables de protegerlos. Por eso, hay que enviar un reconocimiento al heroísmo de los colegas de El Siglo de Torreón quienes a pesar de todas las amenazas buscan cumplir su función de informar.

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