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Julio 2021, séptima entrega: Violencia y elecciones

 En su Segundo Informe de Gobierno, el presidente aseguró que la estrategia de seguridad estaba dando resultados, literalmente presumiendo una reducción promedio en los delitos de feminicidios, secuestros, robos a transportistas, transporte público, robo a casa habitación y negocios. Sí reconoció que “solo han aumentado dos delitos: homicidio doloso y extorsión en 7.9 y 12.7 por ciento, respectivamente, vinculados, en lo fundamental, a la llamada delincuencia organizada”.


Este éxito en la reducción de delitos se debe, según el presidente, a su estrategia de programas sociales, y el despliegue de 97 mil elementos.


Perdone señor presidente, el 30 por ciento de reducción no se debe a su estrategia 'Abrazos y no balazos', se debe al encierro y aislamiento por el Covid-19. Y no hay nada de lo que haya hecho el gobierno de México, hasta este momento, que pudiera detener lo que podría ser un año catastrófico en cuestión de inseguridad y violencia debido al crimen organizado, violencia producida por la desesperación debido a la crisis económica. Adicionalmente, la violencia como resultado de un incremento en adicciones, trastornos mentales y estrés debido a meses de encierro y falta de empleo.


Pero tal vez hay una estrategia secreta que podría resultar en una reducción en violencia propiciada por el crimen organizado. Pero los costos para el país serían catastróficos.


Ojos miran hacia Centroamérica, donde empiezan a surgir datos de que en El Salvador, uno de los países más violentos del mundo, ha habido una reducción importante de homicidios y de violencia en general. ¿Cuál es el secreto del presidente Nayib Bukele?


La semana pasada se publicó un reportaje por www.elfaro.net, bien documentado, de cómo el gobierno de El Salvador estaría negociando con líderes de uno de las organizaciones más violentas del mundo, la MS-13, proporcionando beneficios carcelarios para sus líderes, a cambio de una reducción de homicidios y apoyo electoral en 2021 para el partido del presidente Nayib Bukele. Según el reporte, hay cientos de documentos que detallan las reuniones y las negociaciones entre criminales y representantes del gobierno. La Agencia AP publicó un reportaje de cómo el fiscal general, Raúl Melara, inició una investigación penal que incluía una serie de cateos a prisiones para buscar documentos y testigos que pudieran señalar que existiría una investigación entre el gobierno y la MS-13. En el reportaje de AP se cita al fiscal general pronunciándose contundentemente “no vamos a permitir a nadie negociar con terroristas”.


No estoy haciendo ninguna acusación, ni aseveración, ni insinuaciones de lo que podría suceder en las elecciones de 2021. Pero sí una pregunta retórica: ¿qué va a detener a Morena, candidatos de este partido y el gobierno federal de negociar con grupos del crimen organizado para controlar ciertos municipios y reducir los homicidios a nivel nacional? A cambio, estos grupos controlarán sus municipios, tendrán un alcalde a modo, y tendrán un nivel de protección por parte del gobierno federal, siempre y cuando no 'calienten la plaza' con violencia y muerte. El presidente y Morena tendrían a cambio éxitos legislativos. Obviamente para la negociación serían “aportaciones” a las campañas para asegurar la victoria de los candidatos de Morena.


Y como sabemos, estas “aportaciones” del pueblo son casi imposibles de fiscalizar, a menos que existan videos que pudieran ser presentados por los grupos del crimen organizado, si es que el gobierno no cumpliera con lo prometido.


¿Y por qué apunto el dedo a Morena? Porque es el partido oficial. Es el partido que, en las teorías de la conspiración, podría garantizar cualquier acuerdo, asegurando que la Guardia Nacional o el Ejército mismo no interfirieran con los “acuerdos”.


Lo sé, muchos de ustedes dirán que este tipo de acuerdos seguramente se hicieron en otros momentos, con otros presidentes, donde el partido oficial era el PRI o el PAN. Sí, tal vez, pero viendo cómo se ha ido deteriorando la seguridad en el país en los últimos 20 años, uno podría argumentar que si ese tipo de negociaciones se hicieron en lo oscurito, obviamente fracasaron ante lo que sí se vive ahora en el país.


Y si se llegara a acuerdos con estos criminales, tal vez se reduciría la violencia en el país, debido a una pax narca, que dura hasta que otra organización decide incursionar o atacar al “cártel” del gobierno en turno. Estas negociaciones no duran, y no se cumplen.


Pronto veremos quiénes son los candidatos y cómo se desarrollarán las elecciones en 2021. Y, sobre todo, los perfiles de los candidatos.

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