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Julio 2021, sexta entrega: Imposibilidad de transformarse

 Que irónico. La cuarta transformación no tiene la capacidad de 'transformarse', de renovarse, de adaptarse a la 'nueva realidad' ante la crisis que ha representado la pandemia por Covid-19 para México y el mundo.


De hecho, en el Segundo Informe que presentó esta semana Andrés Manuel López Obrador, su discurso refleja un presidente que vive en otro universo. Él vive en un México donde “ya no manda el crimen organizado”, “donde hay justicia para el pobre” y se “castiga al culpable”, “ya se acabó la robadera desde arriba”, “no hemos emprendido persecuciones facciosas, ni venganzas políticas, ni tampoco encubrimos a nadie ni permitimos la impunidad”.


Además, aseguró en su discurso que “ya pasó lo peor y ahora vamos para arriba; ya se están recuperando los empleos perdidos, se está regresando poco a poco a la normalidad productiva y ya estamos empezando a crecer.” A pesar de la caída histórica del PIB y el hecho de que en este momento México, con más de 65 mil muertos por Covid-19, “compite en tercer lugar con India, por el número de defunciones a nivel mundial”.


No, lo peor no ha pasado, algunos pensamos que la catástrofe está por venir, particularmente en materia de seguridad y economía. El mismo López Obrador reconoció en su informe que los homicidios y las extorsiones habían aumentado durante la época de encierro por Covid-19.


La crisis de 2021 podría haberla mitigado con reconocer que la visión original que tenía para México debería 'transformarse' debido a la pandemia por el Covid-19. Los programas, las estrategias propuestas hace dos años, simple y llanamente no podrán cumplirse en su totalidad por una razón simple: no habrá dinero suficiente para rescatar a Pemex, para la construcción de Dos Bocas y el Tren Maya, para el Aeropuerto de Santa Lucía. Además de incrementar los programas de apoyo y asegurar que se mantengan los servicios médicos y hospitalarios debido al Covid-19.


“Según cálculos oficiales por no permitir la corrupción y por ser un gobierno austero hemos podido ahorrar durante nuestras administraciones alrededor de 560 mil millones de pesos.”


¿De verdad?


Este Segundo Informe que presentó el presidente podría haber sido el momento para reconocer la necesidad de cambiar de rumbo, de buscar consensos entre la clase política, los gobernadores, el sector privado, la sociedad civil.


Pero, como lo dijo el presidente, que él es el “mejor gobierno en el peor momento”. Y con este comentario terminó las esperanzas que todavía tenía algunos inversionistas, el empresariado y sociedad civil de que las circunstancias del país y los datos duros seguramente harían cambiar a López Obrador.


La visión de López Obrador hoy en día es exactamente la misma que proponía hace 20 años. La diferencia es que hace dos década todavía había pesos y contrapesos que controlaban sus peores instintos. También hay que decirlo, que la corrupción de los partidos, de los gobiernos y la clase política facilitó la llegada de Andrés Manuel.


Se equivoca la oposición, y los enemigos de Andrés Manuel si piensan que los videos de su hermano Pío recibiendo “contribuciones” debilitarán a los candidatos de Morena para las elecciones de medio término en junio de 2021. Tampoco las guerras intestinas en Morena, PT y el Partido Verde debilitarán enormemente la posibilidad de que el presidente tenga una Cámara de Diputados con mayoría absoluta asegurando la continuidad de su cuarta transformación.


Tampoco se debe de asumir que el desastre económico y de seguridad que vivirá México en 2021 tendrá un impacto en Morena y en las elecciones intermedias. Y aunque se sigan balconeando videos del hermano Pío o de otros afectos cercanos al presidente, tampoco necesariamente cambiará el rumbo de las elecciones.


El problema de la oposición es que llegan a 2021 divididos. En parte por mezquindades políticas, en parte porque Andrés Manuel, el extraordinario estratega político, supo dividir y conquistar. Y es esto lo que hace imparable a la cuarta transformación: la debilidad y falta de credibilidad de los partidos, además de que AMLO no dudará en usar la estructura del gobierno (lo poco que queda) para imponer sus candidatos.


La cuarta transformación avanza, nos lleva a un abismo, pero avanza. Y, por lo menos en este momento, no hay nada que la detenga.

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