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BORDER PATROL, INFILTRADA POR EL NARCO



BORDER PATROL, INFILTRADA POR EL NARCO

Un agente policiaco que se hace de la vista gorda en la frontera entre El Paso y Ciudad Juárez deja pasar una camioneta repleta de cocaína y recibe un pago de miles de dólares por su cooperación. En Nogales, Yamilkar Fierros, un patrullero, revela a narcos del cártel de Sinaloa la ubicación exacta de sensores ocultos en el desierto: les entrega un mapa altamente confidencial con el que les aconseja por dónde manejar para evitar ser detectados. En Reynosa, el policía Luis Enrique Ramírez ayuda a integrantes del cártel del Golfo a que cruce mariguana por la garita sin problemas, citándolos a la medianoche para aprovechar el descontrol del cambio de guardia. Martha Garnica, otra agente fronteriza, gana tanto dinero traficando con droga entre Chihuahua y Texas para el cártel de Juárez que se compra una mansión con alberca incluida. El gobierno, preocupado por la creciente presencia de agentes corruptos en sus filas, inicia un súbito programa de control de confianza, practicando miles de pruebas de polígrafo en busca de elementos sucios. Decenas no aprueban los exámenes y son expulsados. Las historias, relatos de corrupción de funcionarios públicos que han terminado en la nómina del narcotráfico, suenan similares a otras que se han repetido por México a lo largo de los últimos años.  Pero éstas tienen una diferencia: no involucran a corporaciones policiacas de México, sino a agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, convertida en la última década en blanco de cada vez más recurrentes esfuerzos corruptores por parte del crimen organizado mexicano.
Con información de Milenio

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